La representación subrepticia del Museo de las Momias está llena de cadáveres cuidadosamente conservados, vestidos para parecerse a personalidades cotidianas, goteados y retorcidos en posturas espantosas. Sus bocas abiertas y aparentemente operativas son suficientes para hacer gritar a los visitantes.
Muchas de las momias todavía tienen el pelo y los dientes, y sacos secos donde se les salieron los ojos.
Nuestro guía turístico hablaba en español; la mayoría de los visitantes eran locales y no turistas. Nuestro español no es lo suficientemente bueno como para seguir lo que decía, pero seguimos al grupo y tomamos fotografías.
Las momias están pálidas y disecadas, retorcidas en posturas horribles, con los brazos cruzados sobre el pecho o los dedos doblados en ángulos antinaturales. La piel seca se ha desprendido en muchas áreas, pareciendo un nido de avispas, aunque en algunas, la piel está tensa y suave. En algunos, los ojos parecen como si se hubieran salido de sus órbitas para convertirse en bolsas de tela para convertirse en cuencas de tela. Muchos todavía tienen los dientes; Verás lenguas que sobresalen de otras ranuras para convertirse en cuencas. Algunos todavía visten ropas polvorientas, sacadas de sus tumbas antes de que la tela tuviera tiempo de pudrirse.
Muchas todavía conservan el pelo, las melenas cerosas o las cuidadas trenzas. Pasamos junto a una momia que tenía un gran corte de vello púbico gris, lo que nos hizo sentir asco y reírnos.
Esta momia todavía luce una zona de pubis gris.
Una sección sombría está dedicada a los bebés, niños inquietantemente vestidos con batas y gorros, que parecen muñecos espantosos.
Pero lo que más se nota son las bocas. Están abiertos en lo que parece ser un grito eterno. Entonces, ¿cómo terminaron aquí las momias?
Si estás enterrado en Guajajato y nadie paga tu impuesto de entierro… ¡podrías terminar momificado en el Museo!
EXHUMADOS Y EXPLOTADOS
A diferencia de un cementerio en Estados Unidos, donde se compra un terreno a perpetuidad, las tumbas en el pueblo minero de plata de Guanajuato tenían un impuesto de entierro. Si una familia no pagaba, el cadáver debía abandonar el actual emplazamiento del Museo de las Momias.
Esta pieza encargada con la espantosa tarea de retirar los cadáveres se sorprendió al descubrir que muchos estaban bien conservados. Destaca que las profundas criptas, desprovistas de humedad y oxígeno, proporcionaban las condiciones ideales para evitar la descomposición. Los cuerpos se habían secado de forma natural, convirtiéndose en lo que hoy se conoce como las momias de Guanajuato.